mandarinas
Una nena. Una nena de ciudad. Una nena de entre autos y edificios.
Pero también pura avidez, puro ojos la nena.
La primera vez que fue al campo, fascinada, se largó a correr. De repente paró en seco. Abriendo aún más sus enormes ojos abiertos, maravillada, incrédula, entre risas: -quién puso las mandarinas en el árbol?
2 Comments:
mirona! qué lindura! anda tan dulcemente afilada estos dias que me paso el cuchillo por la lengua.
"puro ojos la nena": dicen que eso dijo la partera cuando salí a este mundo.
ale,
tanto le agradezco.
ahora, mi sembra que me tendré que continuar asustando con la complicitud, parecitud y misceláneas.
lo mismo le toca a usté.
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