...
que llueva. que deje de llover. que pare, que siga.
'no habrá nunca una puerta, estás adentro'
hoy entró una chica en mi oficina:
hubiera contado un cuento.
mientras llovía
me desabrazo desabrocho desembarazo
-te acompaño un poquito?
producto de deslizamientos metonímicos tengo ganas de escribir algo.
el aire pegajoso, lleno el ambiente de cachitos de materia condensados por ahí, el sueño sobre los hombros y –por encima de todo- al costado de las piernas. la nubosidad variable con probabilidad de chaparrón.
desbordante de ganas. y serena. no lo hubiera imaginado.
de haber ido a escuchar otra vez, otra vez, el detalle de la configuración del imperio otomano. que sea la última, dios mío, que sea la última.
me entusiasmo.
a mi lado
la furia avanzó. en línea recta cruzó la avenida y dobló y siguió derecho, saeta, por charcas -eternas 13 cuadras-. el paso apurado -muertas las cucarachas bajo los pies pesados contra las baldosas- estrellado contra un supermercado, qué sé yo, cantidad de yogures, diferentes colores tamaños marcas -qué sé yo- como si el universo lácteo pudiera conjurar algo.
voy rebotando de pared a puerta y no llego a caer por la ventana abierta.
a las 4 de la tarde la calle se pone naranja. si se mira el empedrado, porque esa calle es de adoquines, el fulgor apenas se resiste. las copas de los árboles de ambas veredas se entrecruzan, más o menos, a la altura del 5º piso del edificio núcleo.
en ese escalón en ese escalón en
sobre el puente de avignon bailan las princesas desposadas por alpinos.
porque entre ayer y hoy
ni una mueca de sonrisa le dedico ni medio gesto
la casualidad acabó.
tenía un hijo pero hacía dos días no lo veía. se apabullaba al darse cuenta: no sabía cómo estaba. tampoco sabía quién era el padre. le pareció recordar que se llamaba gonzalo. el marido de su amiga? no, gonzalo, su gonzalo -eso le hacía sentido-.
sírvame algo con muchas eles ces graves acentos graves.
los viernes besamos a los varones.
yo no sé qué tocaste. y se rasgó una cascarita.
es q el domingo es tan así que sabés. y si encima te repantigaste sobre el cómodo colchón de esos -tres- que ya te conocen las mañas, como que te despachás con lo más recóndito de tu ser en el mundo y se descuageringa todo pero amorosamente, que es lo más de lo más de lo más.
quisiera ponerme una falda con medias cancan grises rayadas. quisiera escuchar a lucio, a su guitarra. a sus amigos que tocan lo que quieren como quieren. quisiera verlos ensimismados y logrando eso que hacen de a tres y que parece mentira. quisiera, simplemente, estar ahí.
llegar a la pc a las 22 28, después de un día aterradoramente bizarro -escape de evento lanzamiento n° 86 de revista en compañía de la vieja de 75 años llena de arrugas y simpátiquisima que me vende el espacio- para ingresar en la pantalla esperando leerte, coso con cachitos de materia, y no encontrar nada es, definitivamente, desilusionante.
una fuerte y delgada capa de hielo, de caramelo.
por aquí bien. un poco cansada. anoche de nuevo ese insomnio que ya es mi hermano, o mi tío abuelo, y en el que me reconozco noche a noche.
otoñece lluviantemente.
llueve.
los 30. los 30 pisan fuerte. tanta pregunta dando vueltas. acá estamos, y vos que me tratás de mueble y me decís que no sabés dónde ponerme. darling, movilidades propias aparte, si has de ubicarme, ubicame en algún lugar con ventana, que necesito perspectiva, viste?
a la suba del merval de ppio de mes nos correspondió la ganancia del 2, 08% de las acciones de acindar. de esta manera equilibramos la pérdida de somisa del mes anterior.
que zas, a la vuelta de la esquinas zas, literalmente zas y me choco con esto y yo que venía tan budín de pan, tan de a poco budín de pan. con lo que me había costado reunir los materiales para serme así de budín. pero zas, a la vuelta de la esquina zas y acá estamos budín o no, arreglandonos el pelo y la actitud, intentando volver a ser de ágiles mentes, como antaño, para formar parte de esto.
que mientras los deciveles que me circundan sigan ondulando, estentóreos, blasfemantes, esto se va a poner fulero. más fulero de lo que está, que es decir bastante.
tan fundamentalista del escepticismo y acá me ves, creyéndolo todo. a rajatabla y a pié juntillas, creyente. pronunciando un tintineante sí, y anunciando que el próximo fin de semana me voy a rosario. y no sé quién habla quién dice por mi boca pero escucho y es mi voz y suena tan segura tan llena de certeza suena que le creo y parece que el fin de semana me voy a rosario nomás. me voy a rosario con el auto y lo visito a él que, contentísimo, muestra esos lugares de los que hablaba mientras yo esperaba el momento en que terminara, se callara un momento para decirle que no, que no iba a ir a ningún lado, que dejara de gastar saliva si yo me iba a quedar, si yo iba a quedarme sin moverme bien quietita. que no entendia cómo se le había ocurrido semejante idea. y mientras lo escuchaba y pensaba firmemente en lo que pensaba, le prometía que lo llamaba, que lo veía el fin de semana en los bares, en la rivera, el malecón, en la avenida, bajo el puente, entre los adoquines, a la luz de los faroles de rosario, adonde parece que voy a ir el próximo fin de semana.
porque estoy metida en medio de mi cotidianeidad, enfrascada en lo que tengo que hacer para la reunión con estos tipos, que a las 17 hs pasan por aquí y tienen que tener -tengo que tener- la grilla lista y preparada; cuando de repente aparecés -sin tener la menor idea- con esa foto que me descalabra por completo y me deja bollando, así, tal como me ves: con estos ojos nublados y esta mirada perdida.
abrís una puertita a las entrañas de esto: mirás cómo viven, escuchás qué dicen, cómo.
mejor dejar la cabeza en remojo. mejor no atender las voces entrecruzadas. no conjeturar más por ahora. mejor ponerse en remojo, adormecerse un poco y acomodarse, una otra vez, a los 12000 kilómetros.
caminar por el barrio si en el barrio hay casi 15 árboles por vereda. respirar el aire frío mejillas rosas lozanas. ver la escuela, sus 12 años. tomar el té de jazmín. pinchar el tenedor en la esponja blanca marrón clarita marrón oscura. mirar a través, las ramas desnudas el frío sus ojos.
entonces ahí sentada, a solas con mi suegro, pude atisbar la verdat de la milanesa: este caracol, con el tiempo, sólo puede ponerse peor.
yo acá, tan mushi mushi, pensando en él toda chuchú. y él todo fush flap splash, sin darme la menor bola...
caracol se desenreda. se desenrolla. se desembrolla.
tan veloz como un quelonio, dice la canción. yo no fui a trabajar porque se me cantó no ir y escuchar mi música.
te encuentro porque me buscás y ay, cuánto me alegra que hayas dado conmigo. estoy difícil de hallar en estos días. un poco lo sabés porque me conocés (-cómo estás? -tu cosas?) y otro porque transcurrís por senderos paralelos (-vos? -alguna novedad?). cuando es domingo me llamás con tu vocecita metálica de a través de los teléfonos móviles. los primeros minutos jugamos a la pantomima del pregunta-respuesta, rápida y eficaz. después escuchás o intuís algún quiebre en mi voz y, elástica pero certera, me hurgás despacito (-tus ánimos y humores?). yo aflojo con vos. será que insistís. será que sos una de las pocas personas que, perseverantes, saben vencer mis defensas arraigadas. entonces lloro un poco y me sueno la nariz. y espero. porque sé que va a llegar y llega: llega tu sacudón, ese golpazo que me ordena. y enseguida, contenta y apaciguada, me aventuro hacia tu casa. y llego con ganas de verte y estarnos así un ratito, tiradas en tu cama, tomando coca cola y mirando películas.
esa nena sabía. era chica y dulce. y muy inteligente. y preguntaba eso que cualquiera –yo- querría preguntar. eso que a veces ni se sabe que se quiere saber, o no se sabe cómo enunciar. eso que da vueltas, que se balbucea y aparece como relampagueando en jirones o chispazos. eso que está ahí, sin forma está, pero que insiste e insiste.
desde donde estuve ayer y te hablo es difícil invitarte a tomar el té. porque invitarte sería decirte: -te invito a tomar el té, pero el agua es fea porque el tanque está aquí arriba y sale con gusto a cloro. –no sé poner la pava para dos. pongo mucho o demasiado poco y algunos dicen que el agua debe hervir y otros que justo antes del hervor la apague y yo no sé.
me estoy.
me encontré diciendo que daría la vida por algo. así de épica. así de llana y despojada de cualquier análisis.
después de cenar llegué. el calefón a todo trapo: él se baña. toqué la puerta, un grito de sorpresa, no lo esperaba. entré, le besé el hocico mojado. salí del baño, me puse el pijama, escuché la grabadora, dí vueltas. pensé en comer chocolinas con dulce de leche. en cambio, me lavé los dientes. sus pelos cortos en el jabón. en la cama, un caracol retorcido. hablamos mucho hasta que dejamos de hablar. me desperté y se sonó la nariz. me fui, se quedó durmiendo, abrazado a la almohada, soñando quién sabe qué.
una pileta en medio repleta de peces, de plantas acuáticas, de piedras, de musgos y líquenes. miraba de afuera sin ganas porque hacía frío. pero la chica de los rulitos, que era fresca y risueña y ágil, se tiró directo. no le importó mojar su preciosa ropa, ni esa campera, ni los zapatos. yo me agarraba de tu mano y estaba entre avergonzada por mi falta de decisión y agilidad y contenta porque me gustaba mirar agarrada de tu mano, entre protegida y llevada, entre dormida y despierta. vos te reias. me tironeabas de los dedos y me mostrabas caminos largos y atajos. querías anunciarme todo, entre orgulloso y conocedor, entre altivo y generoso.
pero tengo un secreto
ya tiemblo
me sueño todo. padres, vos, casas, lo que no recuerdo pero asusta, lo que no recuerdo pero agrada. me acuerdo. me acuerdo con 20 años (ó 19 ó 18?) en el jardín de la casa del jardín. la tarde, la humedad, el pasto de pelo largo, la dichondra, ese pájaro. alguna azalea todavía en flor. el dedo chiquito del pié. la reposera que me sostenía y mi carne apoyada, engordada por el contacto con la silla. me acuerdo de la vaguedad de la sensación. de la luz clara de después de la tormenta y otra vez de la humedad en todo, sobre todo. yo húmeda, líquida, entreviéndole el final a cada cosa y por eso, también su brillo. tan delgado momento, tan por lo más fino. tan suspendido, tan antes -justo antes- del caer de la noche.
acompañada de mi madre, como si tuviera tres años. como si tuviera tres años, tomada de su mano.
más que plátanos, aunque convenimos que es este un factor externo de trascendente importancia -oh chivo expiatorio vegetal-, me pa que dejar la casita de uno, tener que organizar dónde dejar las cosas de uno, tener que reubicar el cuerpo de uno, pensar en tanto tiempo viviendo en este país- l´argentine- lleno de gentes y cosas y tan paralelo al lugar en el que se está viviendo maitenant, pensar en mí -tan monstruosa yo-, creo que la suma de estos factores como mínimo -como mínimo- hace llorar la nariz al más pintado.
y sin demasiada vuelta decidimos volver al paseo de la cárcova, tan precioso con el frío pero el solcito y la entraña y los ajíes con ajo y oliva y los chorizos morcillas y hasta el pechito de cerdo y la porción de fritas y la completa con todas las verduras y ese dejo de albahaca y el vino de la casa y el sifón del 40 y ese mozo en particular y los comensales específicos.
es sábado acá. lindo día. a veces me da miedo que cuando nos encontremos debamos tratarnos de usted. hoy no. hoy lo tutearía. le diría: mirá esto y esto otro. y esto también. entrelazaría los dedos de mi mano derecha con los de su mano izquierda. pretendería que nuestras piernas fueran al compás. uno dos uno dos. subiría las escaleras delante suyo sabiendo que viene detrás. lo seguiría tuteando al entrar, como si fuera lo más normal del mundo. y, como si fuera lo más normal del mundo, guardaría las compras en la heladera y me sentaría a mirarlo cocinar.
vamos a ver si podés, jocketa. con la piel descamada y el verdugo acechando, jocketa. con el examen a punto de rendirse siempre. con el estómago en la boca y la boca en el pié tras la media de nylon tras la media de lana y el zapatos acordonado. toda desierto, con tus monstruos acechantes: los dientes que pueden pudrirse y ese dolor en las tetas. no hay sueño reparador estos días. los engendros nocturnos refuerzan los surcos de la vigilia, los de noches anteriores. y de repente notás que están todos, todos los fantasmas. entonces los ponés en fila india, a tomar distancia como en la primaria.
estos días -ayer hoy- me corroen los celos. formidables. irrefrenables. qué sé yo, celos locos, chiflados, desequilibrados... la cabecita, querida, la cabecita. el frío no le hace bien a nadie.
afuera ladra un perro
de resultas que es sábado y son las tres de la mañana. de resultas que es, entonces, domingo. de resultas que fui a comer a un restó –oh palermo- rán, y sin hambre –el hambre y yo por estos días...- comí una ensalada de rúcula y pollo y honguitos y aceitunas negras y variadas lechugas y sin encanto alguno. de resultas que a las 2:30 terminose lo que dábase y decidí caminar hacia y hasta mi casa. de resultas que llegué a las 2:50 con sabor a poco -hubiese caminado 40 cuadras más pero noche y algo de temores y justo ahí la puerta de calle del edificio en que anida mi departamento y ma sí, yo subo-. de resultas que cruzo la puerta y me invade un frenético deseo de azúcares y por favor que haya chocolate y postrecito de dulce de leche. de resultas que habiendo ido al supermercado a la tarde del sábado –ayer nomás- sí que hay postrecito ser radiactivo y chocolate bonafide nougatón, chuik chuick, mi preferido. de resultas que hay también mandarinas. de resultas que no tan de a poco y sí con paciencia voy transmutando –meta gajito meta cucharada meta bocado- en chanchito alegre. de resultas que mientras mezclo manjares –bdaj bdaj dirás- pienso en vos con el mismo desenfreno –con el mismo deleite- con el que un rato antes ataqué la alacena. de resultas que en medio de mi goloso libertinaje pienso que cambiaría todas estas barritas bañadas, todo este pack –por cuatro-, este completito kilo de mandarinas jugosas, por compartir este rato con vos. de resultas que aparto las cáscaras envases potes de mis manjares. de resultas que, feiguele, me voy a dormir, redonda de azúcares, barrigona de amor.
viernes 12 de mayo 10 hs. ella escribió:
despertar. supermercado y me abastezco un poco. todo muy otoño, tan otoño. lindo rato con mis libros y david sylvian y esas hojas que vuelan del otro lado de la ventana cerrada. ella me pasa a buscar con su auto nuevo. estacionamos divinamente con la hidráulica y subimos al taller de los hilos de colores donde la costurerita -dale que dale-, se inventa los más preciosos vestuarios. en el bar, café largo para mí, nada de ristrettos que para eso habrá tiempo. y volver, lengua afuera y alegría en la cartera, volver a casa con los pies gastados. desenfundarlos despacio para, rápido, volverlos a enfundar: se cena en el bolichón barato. se morfa -conhambreconhambreconhambre- pastel de papas y vino dulce, dios mio. tarde, es muy tarde: me da el sueño en la cara en los hombros, en la espalda se repliega y qué pintoresca pero qué incómoda esta silla.
me dijiste algo feo. me puse mal. me puse exageradamente mal. te devolví por cuatro para que escarmientes. mal momento pasamos. bajo el sol lloré como una nena. vos me abrazaste como mi mamá. caminamos por la feria y no vimos nada lindo. en la librería nos elegimos unos ejemplares y fuimos a leerlos a un café. te saqué fotos y vos a mi. a las 19: 30 empezó la película. cuando salimos, me calentaste unos fideos con salsa de hongos. de postre, flan.
hambre. tengo hambre. comería de todo: una medialuna con jamón y queso. un alfajor de chocolate. tostadas. planificaría mis pasos para terminar a las 13:30 hs en esa mesa comiendo esas pastas, llenas, atiborradas de queso. mojaría el pancito en la salsa que quedase en el plato. un buen vino. un café solo. caminar caminar y a eso de las 6 de la tarde fresca, escones con jasmin tea en tacita de porcelana finita y con flores rosas y doradas igualitas a las de la abuela dina. caminar caminar y el frio en la cara y saber que me espera ese puchero de falda humeante de caldo y verduras calientes y esa ventana para mirar la plaza mientras tanto.
8:15 sobre el 160. no está mal esa hora sobre ese colectivo. pero de repente se desarma el ritual de todas las mañanas lo mismo. de repente al rompecabezas le faltan piezas. se ven los agujeros y las costuras. por las fisuras se cuelan las ganas. no está mal.
febrícula. asomo de fiebre. griposo estado el mío. pa cortarlo de cuajo dos antihistamínicos para caballos. vienen de españa. "fortenol" así de sutil su nombre.
a veces en pos de decir algo digo cualquier cosa. a veces soy ese “monstruo mutante de múltiples lenguas y afilados colmillos”. a veces me lo chantás y casi automáticamente dejo de ejercer...
(risotto beso historia deseo piscina cuestión de género distancia pasta argentina cine palabrapalabrapalabra kentucky -buenas noches agua abracadabra cuidado reventada mejor tío hermanas prima hermanos estebecorena verano uñas y dientes polleras (faldas, faldas) quiero humedad feliz oso revoltoso fotos pensandotodoeldía marco fush regalo transpiración acá cachorra jugar lalalá silencio luciano lucky luciano creídos secreto barcelona alberto m. juan f. lengua afuera adentro aprendo cartas muamua planes espera italia –buen día tristeza blablá música in tranquilidad chirimbolo letra frase oración dentista abrazo tan chiara reventado lágrimas carne y hueso ausencia bailás? inventar voces oido finitoinfinito allá caracol mar vendavales sorpresa 14.000 km 114 kgs re ven ta dos nene y nena descubrir decir amor domingo vida)
me dejaste sola. hace unos días que me venís dejando sola. si quiero ponerme específica, y quiero -o más bien no puedo dejar de hacerlo-, desde el miércoles 29 de marzo del corriente me venís dejando sola. yo, sutil, a media voz y en penumbras, y siempre así, como quien no quiere la cosa, casi como para que no te enteres, te pido que me confirmes un par de puntos: que me querés tanto tanto, que me extrañas mucho mucho, que me pensás casi siempre. vos, -sutil?- esquivás el bulto. caso omiso a mis demandas. o es que no se me escuchan, de tan susurradas, de tan disfrazadas? o es más bien que te parece innecesario tanto vocablo, tanto reiterar y repetir la misma estrofa: que te quiero tanto tanto, que te extraño mucho mucho, que te pienso casi siempre.
me pongo linda, fijate. es que si me abrís los ojos me salen alas.
rayas rosas, rayas grises. no, perpendiculares no. tampoco transversales. paralelas y horizontales. mediana. ni muy muy ni tan tan. por eso digo, mediana. tamaño suficiente para los libros de inglés, la carpeta de séptimo grado –con las tantas divisiones que suponen las cuatro asignaturas-, la cartuchera gorda repleta de biromes de colores con olor a limón ananá manzana mandarina uva, y algún que otro manual demandado para la ocasión. entonces, la medida justa y necesaria.
necesitaba patear algo y casi no tenía qué patear.
alberto muñoz se llama.
14 26 hora argentina. 18 26 hora española.
sus decires fantásticos. mi suponer desear querer. nuestra historia actual. nuestra futura historia.
bajo las escaleras en el preciso momento en que suena el teléfono. te atiendo abajo. me preguntás si compré todas las bebidas, estás preocupado, apurado, molesto. las gaseosas limalimón te merecen una especial atención. sí, compré todo y a las siete traen el pedido a casa.
dejo los reparos en la silla. dobladitos por las costuras, los reparos. prolijos reparos.
te cuento algo que me gustaría. no sé, me pasa hoy. es algo que hoy me gustaría. quizás mañana no me guste, pero hoy me encanta. me encantaría.
el amor, por más mate que venga la cosa, el amor continúa.
negras sombras sobre mí, la otrora reina de los soles.
exprimo las naranjas más redondas y brillantes y jugosas. tuesto el pan más recientemente horneado de esta manzana o de la de enfrente. relleno tarritos con queso, con manteca, con dulce de leche, con dulce de higos, de ciruelas. atiborro vasos con yogurth. saco las medialunas crujientes del horno. la cafetera al fuego para el café, negro y solo, nada de leche por hoy.
entro a la oficina. no está el café con leche en mi escritorio. entonces caigo en la cuenta.
una hermosa y momentánea patadita en el traste de lacan.