me dejaste sola. hace unos días que me venís dejando sola. si quiero ponerme específica, y quiero -o más bien no puedo dejar de hacerlo-, desde el miércoles 29 de marzo del corriente me venís dejando sola. yo, sutil, a media voz y en penumbras, y siempre así, como quien no quiere la cosa, casi como para que no te enteres, te pido que me confirmes un par de puntos: que me querés tanto tanto, que me extrañas mucho mucho, que me pensás casi siempre. vos, -sutil?- esquivás el bulto. caso omiso a mis demandas. o es que no se me escuchan, de tan susurradas, de tan disfrazadas? o es más bien que te parece innecesario tanto vocablo, tanto reiterar y repetir la misma estrofa: que te quiero tanto tanto, que te extraño mucho mucho, que te pienso casi siempre.
qué cosa. cuando sos vos quien pide -a grito pelado y sin sutilezas- cuando vos sos quien se siente triste y marchito y necesitado, ahí voy yo lanzada, vociferando una palabra tras otra. creativa, te digo mil cien veces lo mismo con distinto nombre. a veces pensando en la lista del supermercado, sí, pero qué apaciguador suena, convengamos, cuánto arte para acariciar, cuántos bríos al corearte que te quiero tanto tanto, que te extraño mucho mucho, que te pienso casi siempre.
hoy seguís en tus trece, como yo en los míos, como no podemos dejar de hacerlo, como nunca podremos. y estando cada quien en el lugar al que pertenece, volvemos a entonar la misma canción: insistente yo, reclamando palabras; áspero vos, pergeñando batallas. y de repente decís una palabra. una sola. rodeada de silencio, subrayada. una sola palabra:
cachorra. entonces respiro, cierro los ojos y sonrío. y me quedo callada, disfrutando que me quieras tanto tanto, que me extrañes mucho mucho, que me pienses casi siempre.